El vino era el ingrediente protector, según Serge Renaud, investigador francés al que se considera como el ‘padre’ de la paradoja. Renaud creía que, si no toda, gran parte de ella se debía a que la mayoría de los franceses son consumidores habituales de vino, sobre todo tinto, y que este, a dosis moderadas, tenía efectos beneficiosos sobre la salud cardiovascular. Eso era lo que contrarrestaba el peligro de sus quesos, su foie gras, sus cruasanes con mantequilla. Así fue como lo expuso en 1991 en una entrevista en la cadena estadounidense CBS, momento que se considera como el nacimiento de la paradoja francesa, y que desencadenó una subida del 40% en las ventas de vino en Estados Unidos en el año que siguió a la emisión. En 1992 explicó su hipótesis en la revista The Lancet. A partir de diferentes estudios, llegó a la conclusión que los principales elementos de la dieta que influían en la mortalidad eran justamente las grasas, para mal, y el consumo regular y moderado de vino, p