La compulsión por el juego es una enfermedad progresiva e incurable que destruye moral y emocionalmente al individuo y tiene un efecto devastador en su familia, la comunidad y los contribuyentes. En la Florida, se estima que viven 300,000 personas con problemas similares a los suyos.
Desmoralizado y cansado de sufrir, Don tomó una medida poco frecuente entre los jugadores patológicos: aceptó su condición y buscó ayuda. Contactó a Jugadores Anónimos, un grupo de apoyo fundamentado en el programa de 12 pasos de Alcohólicos Anónimos que requiere la abstinencia y práctica de principios espirituales.
No es un camino fácil. De las personas que se encaminan en la recuperación, solamente el 8 por ciento logra la abstinencia de los juegos de azar por más de un año. Don lleva ocho años sin jugar.
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