Cientificos europeos han puesto en el mismo escenario a cucarachas y robots y han encontrado que, contra todo pronóstico, ambas especies conviven e interactúan. El final no es muy feliz.
Si traicionan a las cucarachas, ¿harán lo mismo algún día con el ser humano?
La comunicación entre las cucarachas y los seres humanos es algo que se da por descartado. ¿Acaso ha visto usted a uno de estos insectos discutiendo sus gustos literarios con la vendedora de legumbres, o comentando el partido dde fútbol con el policía de la esquina? Seguramente que no, como tampoco parecería lógico asumir que las cucarachas pueden establecer formas de interacción con los robots.
Pero científicos europeos, desafiando a la lógica más pura, se han empeñado en demostrar que entre las cucarachas y selectos especímenes de la robótica pueden existir algunas dinámicas para reconocer y reaccionar antes ciertas características de unas y los otros. Quienes han visto los experimentos afirman que se trata de un cuadro un tanto grotesco: cucarachas repulsivas que se agrupan, para luego amotinarse contra las máquinas que se les aproximan.
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